lunes, 9 de abril de 2012

Habitante


Aquel, quien intentó remendar su existencia torturada por las sombras de sus obsesiones, que fue presa de todo tipo de pánico y duda. Que se engañaba con noches
disolutas llenas de lujuria animal para herirse más profundo que el puñal con el que jugaba.
Ya no viste la sangre que lo alivió, ataviado con mejores ropas yace en este espacio sin luz, ajeno al dolor que ha causando.
Algo lo toca súbitamente y experimenta un despertar repentino, un original estado de conciencia espectral, puede oír entre el movimiento pendular de la oscuridad que lo envuelve, como se filtra ese extraño sollozar. Percibe todas las vibraciones y cambios en el aire. Una parte de su ser se transporta, otra traduce su cuerpo a una ajena e inmaterial sensación.
Reposa inerte en el trance.
Es un momento novedoso, que anida en sus sentidos develándole la imagen difusa del entorno y su bruma.
Su conciencia es ahora, vagar circundando estas partículas, intentando tocarlas y adueñándose de ellas, adhiriéndolas a su inmaterialidad.
Va en silencio, es inmóvil su voz.
Como cuando abrió sus ojos por primera vez y nada pudo ver, solo escucho el canto de su madre mecido por ese hipnótico vaivén. Ahora siente que debe dejarse llevar por la misma melodía.
Será una conciencia libre por fin, sin el pesado lastre de su carne aunque podría extrañar algunos placeres inherentes.

Cuanto espacio hay en su alma ahora, no logra sentir el horror de sus angustias. Se pregunta si sus recuerdos lo abandonarán finalmente o cargará con todo lo vivido como un tipo de maldición por haber sido, su viva, tan oscura.
Todo instante se carga de preguntas cada vez más difíciles de responder. Ha intentado pronunciar su nombre pero no puede, no lo recuerda o no sabe si tuvo nombre, y en su lugar solo viene a él, la palabra "madre", "madre" es lo que grita, o cree gritar, no hay nada de un momento a otro, ni hacia atrás, no hay palabras ni necesidad de usarlas, solo... ese hipnótico vaivén y esa... dulce voz que llega desde algún lugar.
Pronto estará en sus brazos.

Leandro Sayanes

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